Monday, March 20, 2006

Reflexiones desde un patio interior
Lo mejor de vivir en un bajos con patio interior es que no hace falta que uno compre pinzas para tender la ropa, es más no solo eso sino que uno asiste en primera persona en cuanto a lo referido a la evolución del diseño de tan mítico artilugio complementario. Me refiero a que cada día caen en mi patio de media dos pinzas diarias, en los días con viento pues más, obviamente. Todos esos objetitos son de su padre y de su madre; de madera, de aluminio, de plástico... con todos los colores que brinda la carta de colores de diseñadores de pinzas nacionales y chinos. Todos los días caen en mi terrazita como semillas esperando a ser polinizadas. Todos los días como un buen labriego que sabe que su sustento es el cielo recojo los frutos del día anterior. Si uno estudiara un objeto en concreto asistiría ciertamente a la evolución en la mentalidad de los seres que la crean, y no me refiero a los diseñadores sino a los humanos. Siempre que miro un objeto y creedme, yo trabajo con objetos, lo primero que pienso es si su forma se adecua a su función, es una pequeña obsesión de esas que jamás explicamos de tontas que son.
Lo peor de vivir aquí es que no todo lo que cae se aprovecha, es más casi nada sirve y además la mitad de cosas suelen dar asco. Colillas, colillas encendidas, paquetes de tabaco arrugados o no, bragas y calzoncillos, que jamás nadie viene a recoger por pudor, calcetines y otras piezas de ropa que normalmente sí que se recogen porque no hay pudor posible, preservativos, usados por cierto, compresas , por desgracia también usadas, polvo, de barridas indiscriminadas cara la galería (nunca mejor dicho), cartones de leche, juguetes, incluso una vez desde el piso de mi novia se me cayó una pelota de golf a la galería, esto último me supo fatal porque sufriendo todo el despotismo de la "gente de arriba" era yo el menos indicado para tal fechoría.
En conclusión; la gente de arriba jode a la de abajo aunque a veces les dejen las migajas. Espero que cuando muera y vaya al cielo tenga un ático o algo así, por aquello que dicen que los últimos serán los primeros.

Thursday, March 16, 2006

Nino/s

Nino era más o menos normal. Al menos lo era en la superficie física y moral, porque en el interior yo jamás conseguí conseguí entrar. Ahora que lo pienso igual jamás hablé con él. Pero era un chico tan excéntrico que se hizo muy popular. Creo que jamás hablaba demasiado, pero sus hazañas y su frases hechas le precedían como un actor que está desbordado por su personaje. Recuerdo un día en que en un concierto, él cantaba, algo raro pasó y un tablón le golpeó la cara y siguió cantando con la cara ensangrentada al estilo G.G. durante todo el concierto. No era mala leche, ni provocación era simplemente él. También me explicaron que un día después de un concierto se fue caminando a su casa como a 5 km sin bambas porque las había perdido. Era algo causal, pero eso envuelve al hombre de halo de algo. De "mitiquismo" que diría yo.
Creo que no se ha llegado a demostrar que las enfermedades mentales se puedan heredar geneticamente, supongo que unos dirían que si y otros que no, a saber; aún siguen buscando genes de la agresividad y del alcoholismo y que yo crea tampoco los han encontrado. Nino, para pagarse los estudios y la vida tuvo que donar esperma, creo que hacía otras cosas en cuanto a ganar dinero semifácil se refiere. Nino tuvo un día un brote esquizofrénico, robó una furgoneta por allá por alemania, se estrelló y se murió. Nino no podía acabar sus días como un loco normal, en un psiquiátrico recibiendo más o menos visitas o enbarrancado con alguna estupidez obsesiva de loco; tenía que acabar de manera rara, como vivió.
Creo que no se ha llegado a demostrar que las enfermedades mentales se puedan heredar genéticamente. Aunque también es cierto que las gentes que las padecen suelen ser jóvenes y acaban siendo juguetes de otras gentes antes de tener ninguna descendencia, acaban por aquí o por allá pero solos. Yo por si acaso, cuando voy por la calle miro a los niños y a las niñas por si veo algún Nino o alguna Nina, por si descubro algo de sus actudes, su espíritu o lo que sea que tenemos las personas. Por supuesto ni encuentro nada, ni sé analizar, ni me creo a la ciencia cuando tiene prisa para que todo le cuadre.